Entrar a una plaza de mercado tal vez es una de las mejores sensaciones de la vida, o al menos así pasa en Colombia, bueno… al menos así me pasa a mi jajaja. En estos lugares hay magia, hay color, hay historias y aunque no lo crean hay toda una estética y un orden que quizá a primera vista no parezca.
Las plazas van más allá de un lugar para conseguir frutas y verduras, hay olores, unos que encantan, otros que definitivamente te quieren sacar corriendo y que ningún vegetariano podría soportar. Pero aun así hay algo, hay factores, creencias y belleza; no por nada Esteban Cortázar se inspiró en estos mercadillos para su presentación junto a Colette, y así recrear una vitrina clásica que podrías ver en Paloquemao.
Así que vamos a dividir este post en varias historias, la primera y más importante es hablar sobre la relación que tiene una plaza como Paloquemao en Bogotá con moda, y creo que muchos se harán una idea, antes de hablar de estética quiero contarles que lo que más me inspiró fueron los colores y por supuesto el objeto que ha unido estos dos mundos en los últimos meses, las canastas, así que quiero contarles la historia, porque creo que algo está pasando aquí y no sé qué tan bueno sea, así que comencemos.
La historia comienza con un arrume bastante ordenado de canastas de colores, si, esas mismas que llegaron a Milán encantando a Marni y donde también se descubrió una oportunidad en la industria más allá que el uso que le daban nuestras familias, una oportunidad perfecta para fashion weeks y convertirlas en lujo, algo que personalmente me confunde un poco pues al hablar con la dueña del puesto no podía dejar de pensar en lo que veía en redes sociales.
Háganse esta imagen, la dueña del puesto era doña Susana, quien se enamoró de mis aretes y me dijo que una de esas canastas iría bien con ellos. PRIMER PUNTO, ellos también empezaron a descubrir el concepto moda, un poco más útil en modo tradición que en modo tendencia. Luego doña Susana me ofreció sus canastas en $11.000 pesos colombianos, ese precio para las más pequeñas, $15.000 para las medianas y $30.000 para las que seguían, es decir aproximadamente de 4 a 10 dólares ¡Además! Esto no era todo, ella ofrecía personalizarla con los colores y el tamaño que quisiera, diciéndome que yo podría enchularla con diferentes accesorios, mientras me señalaba sus canastas con pompones.
En este momento solo podía pensar en las canastas que veía en venta en redes sociales, canastas que triplicaban el precio de doña Susana y sin ninguna enchuladita. Este es un caso más cercano, sin dejar de lado las marcas que deben estar vendiendo este trabajo en otros precios, muchos me dirán que es razonable y les diré que sí, pero mi idea con este post es abrirles un poco los ojos y decirles que no se dejen engañar, nada más rico que ir allá a comprarlo y platicar con personas como doña Susana quien enamorada de mis aretes no dejaba de contarme las maravilla de sus canastas.
Y si aún no están tan seguros de ir a Paloquemao, no conocen o les da flojera lo lejos acá les dejo algunos datos estéticos bastante resumidos.
– Superstición al rojo vivo: Los amuletos chinos como los gatos mejor llamados Manekineko chino son infaltables, las lámparas rojas adornan varios espacios. El rojo y el dorado son los colores claves para la riqueza y la fortuna del negocio.
– Un desorden muy ordenado: Las frutas y las verduras tienen un orden, las montañitas de colores llaman la atención de los clientes.
– La plaza va más allá de frutas y verduras: La presentación de los productos como cualquier cadena de supermercados es importante, además que varios de estos vendedores le apuestan a productores 100% colombianos que se la juegan con leche de coco, almendras y otras maravillas.
– Cada puesto tiene su magia: En unos podrás encontrar las cosas fácilmente, en otros podrás sorprenderte, el acercamiento a la hora de explicar comidas que no conocemos es increíble.
– Verde y más verde: Desde las canastas hasta las rejas, el verde el color característico.
– Tipografías: Los nombres de los locales van en una tipografía llamativa, por lo general de dos colores, uno para el borde y otro para el relleno.
Por último, pásense por ella, déjense sorprender y cómprenles a personas como doña Susana que tiene el puesto frente a la virgen.
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