Por lo general todos buscamos despejarnos a la hora de viajar, buscamos olvidarnos del mundo y llegar a nuevos lugares con la mayor expectativa para sorprendernos, sin duda para mi Aruba fue esto, fue una liberación y una recarga de energía que en verdad necesitaba.
Por supuesto que no deje mi cámara ni para bajar a desayunar jajaja, lo confieso, y bueno, como no hacerlo si Aruba tiene los colores más preciosos por donde se mire.
Llegue en la noche, y las luces que se reflejaban en el mar eran una locura. Tuve la oportunidad de quedarme en el Marriott y esa noche estaba oscuro, así que no pude ver bien la vista de mi habitación. Esa misma noche salí a comer a un restaurante llamado Hostaria da Vittorio, el único restaurante de Aruba 100% Italiano, con todos los productos traídos de allí y con un sabor increíble. Me recomendaron la pizza y no pude decir que no, también en la cena pedí postre bueno… dos postres para serles sincera y sí, me comí ambos jajaja; no podía hacer nada, si algo me enamoro de Aruba fue su comida, se parece mucho a la colombiana pero ¡Dios!, es mágica lo juro, su variedad y creo que su combinación cultural han creado estas delicias gastronómicas.
Al siguiente día al despertar pude ver la vista de mi habitación, antes que nada debo estar agradecida con el Marriott donde me recibieron literalmente como toda una reina, muchos de ustedes vieron mi habitación y se dieron cuenta del sueño que estaba viviendo. Luego, me arregle para ir a hacer un tour y conocer algunos lugares icónicos de la isla. Fui al Faro, a sus cuevas, a su parque nacional y allí descubrí uno de mis restaurantes favoritos donde disfrute de un pescado llamado Mero con el que quede un poco traumada y quisiera comerlo a diario, así tal cual como lo preparan allá.
Otro de mis días lo pase cerca a los manglares, al otro lado de la isla, lo increíble de Aruba es que todo es cerca, puedes caminar por la playa cuanto quieras, es muy seguro creo que eso me fascino, puedes andar con tu cámara y tus cosas de la forma más tranquila. Así regrese yo del Catamarán para el que había madrugado en donde estuvimos aproximadamente cuatro horas navegando en el mar con gente de todas las nacionalidades, una mezcla cultural que te permite conocer idiomas, personalidades, en fin, un montón de cosas por las que todos debemos pasar.
También al regresar de los manglares vi desde mi habitación el atardecer, seis minutos de magia infinita que me hacían creer que estaba viviendo un sueño. Seguido a este fui a un restaurante que ha sido el mejor durante seis años seguidos de la isla, comí cangrejo, cerdo y pescado, sí, todo en una sola noche. Pero lo más curioso en verdad fue que al entrar vi camas en el lugar. Pues bien es un restaurante que ofrece una experiencia totalmente distinta en donde puedes cenar en la cama, obvio, también hay sillas y mesas normales, pero eso me pareció increíble, la gente estaba feliz.
Debo confesar que me lleve muchas cosas lindas de Aruba, no solo por su belleza sino a nivel espiritual, suena loco, pero es un lugar que reactiva tus energías, que te hace soñar de nuevo y que te impulsa a seguir haciendo lo que haces. Sus calles llenas de colores, sus marcas de lujo, su mar, su atardecer, sus animales, absolutamente todo es mágico, estoy por pensar que una utopía, la utopía que tenemos todo del lugar perfecto, les cuento que si existe, y se llama Aruba.
Les dejo algunas fotografías:
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